Historia

Cuenta la leyenda, que cuando solo existía la nada, cinco seres del mundo espiritual, convergieron en nuestra realidad. El inmenso poder que estos tenían, fue lo que creó el universo tal y como lo conocemos ahora, dando lugar a los planetas y los astros. Por ese entonces, los planetas sin embargo, no eran más que caparazones vacíos, lugares dónde la nada era lo único que existía. Los seres, conocidos como los cinco Dvas se instauraron en uno de esos planetas, y empezaron a experimentar con lo que eran capaces de hacer.

Mikhziel era un espíritu muy impaciente, y fue el primero que comenzó a experimentar. Trajo el calor a Gaia, mientras recorría los millones de kilómetros de extensión del planeta con un vigor y una energía insuperable para el resto de Dvas. Por su parte, Gazarïel era todo lo contrario a este. De carácter tranquilo y una fuente inagotable de sabiduría, bañó de agua el planeta, dando lugar a los ríos y océanos que conocemos hoy día, disfrutando de como la luna, su astro favorito, se reflejaba en su creación. Damaha, el espíritu más despreocupado y sociable de todos, se dedicaba a volar alto, bailando alrededor del resto de espíritus, mientras buscaba qué podía aportar él al mundo. Creó el cielo y las corrientes de aire que afectarían al resto de creaciones de sus compañeros, pues estas, movían el agua y el calor que los otros dos Dvas habían generado. Urur era el espíritu más callado y reservado de todos. Buscando el equilibrio, decidió crear vastos campos de tierra, montañas y valles, esforzándose al máximo sin descanso para estar a la altura de sus compañeros. El último de los cinco espíritus era el de la luz, Inari, considerado el más amable y pacífico de todos ellos. Bañaba todo el planeta con un brillo que calmaba a los espíritus y les daba la energía necesaria para continuar con sus labores de forma inagotable.

Cuando terminaron sus labores por separado, descubrieron que juntos, podían realizar proezas inimaginables. Con la conjunción de tierra y fuego nacieron los volcanes, mientras que de agua y aire surgieron las tundras y el hielo. Otros elementos como el vapor, el barro, la naturaleza los truenos o el metal, surgirían de la mezcla de estos espíritus. Todos disfrutaban de su creación, como únicos dueños y habitantes de Gaia. Sin embargo, la soledad no duraría mucho, ya que, gracias a sus labores, comenzaron a generarse los primeros microorganismos. Con el paso de millones y millones de años, las especies fueron evolucionando, y los espíritus se quedaron como meros espectadores, en el plano espiritual, dónde nadie pudiese verlos a ellos, pero ellos si estar atentos a como marchaba aquello que tanto esfuerzo les había supuesto.

Hasta que al fin aparecieron los primeros humanos. Aunque algunas especies habían llamado la atención de los espíritus, los humanos realmente les fascinaron. Sin embargo, fueron conscientes de que, si no intervenían de forma física, poco duraría aquella raza que era fácilmente masacrada por los temporales y otras criaturas. Los espíritus, decidieron entonces adoptar forma humana y tratar de ayudarles. Mikhziel
les regaló el fuego, lo que les permitió utilizarlo para cocinar y para ahuyentar a los depredadores, así como entrar en calor cuando fuese necesario. Gazarïel les trajo cultura y conocimiento, enseñándoles a sanar sus heridas utilizando recursos del entorno, así como mostrándoles la belleza de lo que les rodeaba, desarrollando la creatividad y primeras muestras de arte conocidas. Damaha trató de que los humanos
cooperaran entre si y se comunicaran de forma fluida, tratando de mejorar su sentido de la lógica, desarrollando una corriente de pensamiento e ideología propias. También trajo la música y la danza como método de diversión. Por su parte, Urur observó durante largo tiempo y creó normas y reglas para mantener bajo control a los humanos, pues él creía que la sociedad no podía funcionar si no había unas pautas que regulasen lo que, hasta ese momento, había sido un comportamiento de libre albedrio. También les enseñó lo que era el trabajo duro y la importancia de la constancia.

Inari por su parte, llenó de empatía los espíritus de los humanos y les hizo desarrollar nuevas emociones. Inari se sentía especialmente conectado a ellos, pues en el mundo espiritual, nunca había encontrado a nadie que sintiese con tanta fuerza como podía llegar a hacerlo un humano. Su luz brillaba cada vez más intensa, y estaba muy contento de la decisión que habían tomado. Los cinco Dvas estaban pletóricos, viendo como sus enseñanzas se extendían en el mundo humano, permitiéndoles sobrevivir, y seguir viendo como su mundo y sus criaturas evolucionaban.

Fue entonces cuando llegó lo que hoy en día se conoce como “la disrupción”. Los humanos empezaron a tener actitudes que los Dvas jamás habían planeado: algunos de ellos se convertían en seres realmente egoístas que utilizaban su superioridad física o mental para amedrentar a otros, se saltaban las normas, utilizaban el fuego como una herramienta para atacarse entre ellos y en definitiva, el libre albedrío que se les había regalado, pronto se convirtió en la mayor de las pesadillas para los Dvas. Inari, que podía sentir todas esas emociones como suyas propias, empezó a sumirse en el caos. El odio, la ira, la tristeza, el resentimiento que los humanos estaban experimentando y que a la propia deidad espiritual le llegaban, hizo que de dentro de Inari surgiese otra copia exacta a él, pero mucho más oscura.

La copia oscura de Inari conocida como Onari, empezó a devorar a los humanos que más resentimiento y odio tenían, haciéndose más poderoso conforme más humanos devoraba. Onari podía generar criaturas de oscuridad, formando un gran ejército de seres sin alma y sin compasión que arrasa todo a su paso. Inari trató de frenarle enfrentándose a él, pero perdió el duelo y Onari lo encerró en un cristal que más tarde se conoció como el cristal de luz. El mundo se bañó entonces en oscuridad y los demás Dvas pasaron a la acción. Aunando sus fuerzas, consiguieron encerrar a Onari en un cristal antes de que fuese demasiado tarde y la raza humana colapsase. Tanto el cristal de la luz como el de la oscuridad, desaparecieron en el acto. Exhaustos de la batalla, los Dvas supieron que no les quedaba fuerzas para continuar adelante: había llegado su fin. Los humanos arrepentidos, descubrieron la identidad de los Dvas y del mundo espiritual, imploraron el perdón a los espíritus, prometiendo mantener la paz y el equilibrio si estos les prestaban su poder para hacer frente a las criaturas que Onari había creado.


Pese a que los humanos habían demostrado no ser de fiar, los Dvas tenían mucho cariño a sus creaciones, y eran conscientes de que de los errores también se aprende. Los Dvas decidieron entonces también convertirse en los cuatro cristales elementales y prestarles su poder a los humanos, permitiéndoles dominar los elementos y prosperar como sociedad. Para no ofrecerles un poder ilimitado, los Dvas solo otorgarían un poder a la vez, a través de un proceso llamado vinculación: cada humano podría vincularse a un cristal, según las exigencias de los Dvas.


Para el cristal del fuego, Mikhziel buscaba a personas con madera de líder, activas, con las cosas claras, llenas de vitalidad, positivas, aventureras y entusiastas. Para el cristal del agua, Gazarïel buscaba a personas que fuesen analíticas, sabias, amables, pacientes, creativas y sensibles. Damaha el de viento, buscaba personas sociables, comunicativas, afables, que valoren la lógica, la objetividad y el trabajo en equipo, inquietos y ocurrentes. Por último, las condiciones de Urur fueron buscar personas estables, seguras, reservadas, trabajadoras, perceptivas, gente correcta y realista basicamente, eficientes. Todos aquellos humanos que no se vincularon se consideraron no dignos por los Dvas, momento en el que la propia raza humana, se dividió en dos clases, los vinculados y los que no. Igual pasó en el mundo espiritual: algunos espíritus no estaban de acuerdo con esta decisión, y se empezaron a mostrar hostiles contra los humanos, por lo que una nueva amenaza había surgido. Y así es como la leyenda, da explicación a los cuatro cristales elementales y la llegada de los monstruos (espíritus hostiles), aunque sabemos que es una leyenda porque el cristal de la oscuridad y el de la luz no existen… ¿verdad?

Sumérgete en la región de Zeka y ayuda a Lua, Ruhe, Hangin y Kalju, cuatro estudiantes de la Academia Lábari a buscar el cristal de la luz, llamado Inari para evitar que la región de Kone, comandada por los temidos Zemsta y Renhet destruyan el universo tal y como lo conocen.

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Proyecto realizado por David Alcaide Camacho
Con la tecnología de Blogger.
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